Vemos en los otros a nuestro contrario y entramos en el juego, quién gana, quién pierde, siendo que el contrario es sólo la parte de uno mismo que ejerce el auto sabotaje, pero que infiere en una alteración del otro, generando puentes afectivos, destructivos, o simplemente interacciones que hacen rotar nuestra manera de ver el mundo en la sociedad. Afectamos todo lo que tocamos de manera física, tangible, simbólica y emotiva, moldeando así al otro, de manera consciente e inconsciente.

De blanco, a nada, estimula al espectador mediante una propuesta escénica que se nutre del movimiento y del dibujo a partir de la acción de una intérprete encerrada en una caja abierta, que en su interior lleva

su esfera, su mundo. Esta esfera se va trasladando con el movimiento del cuerpo que parte de sus pies, detonando la interacción y el traslado de ambos.

Esta esfera produce un rastro que genera un trazo dibujístico por medio de una acción compartida entre la intérprete y el espacio, mediante un aparato que activa el espacio escénico en un área predeterminada.

Esta pieza intenta generar una reflexión acerca del contexto en el que nos encontramos, y cómo ejercemos un cambio en la sociedad, a través de nuestras relaciones personales y con el ecosistema.